El gaucho Martín Fierro, Canto XIII

MARTIN FIERRO

 

Ya veo que somos los dos

astilla del mesmo palo:

yo paso por gaucho malo

y usté anda del mesmo modo,

y yo, pa acabarlo todo

a los indios me refalo.

 

 

Pido perdón a mi Dios,

que tantos bienes me hizo;

pero dende que es preciso

que viva entre los infieles,

yo seré cruel con los crueles:

ansí mi suerte lo quiso.

 

Dios formó lindas las flores,

delicadas como son,

les dio toda perfeción

y cuanto él era capaz,

pero al hombre le dio más

cuando le dio el corazón.

 

Le dio claridá a la luz,

juerza en su carrera al viento,

le dio vida y movimiento

dende la águila al gusano,

pero más le dio al cristiano

al darle el entendimiento.

 

Y aunque a las aves les dio,

con otras cosas que inoro,

esos piquitos como oro

y un plumaje como tabla,

le dio al hombre más tesoro

al darie una lengua que habla.

 

y dende que dio a las fieras

esa juria tan inmensa,

que no hay poder que las vensa

ni nada que las asombre,

¿qué menos le daría al hombre

que el valor pa su defensa?

 

Pero tantos bienes juntos

al darle, malicio yo

que en sus adentros pensó

que el hombre los precisaba,

que los bienes igualaban

con las penas que le dio.

 

Y yo empujao por las mías

quiero salir de este infierno:

ya no soy pichón muy tierno

y se manejar la lanza

y hasta los indios no alcanza

la facultá del gobierno.

 

Yo sé que allá los caciques

amparan a los cristianos,

y que los tratan de "hermanos"

cuando se van por su gusto.

¿A qué andar pasando sustos?

Alcemos el poncho y vamos.

 

En la cruzada hay peligros

pero no aun esto me aterra,

yo ruedo sobre la tierra

arrastrao por mi destino

y si erramos el camino...

no es el primero que lo erra.

 

Si hemos de salvar o no

de esto naides nos responde.

Derecho ande el sol se esconde

tierra adentro hay que tirar;

algún día hemos de llegar...

después sabremos adónde.

 

No hemos de perder el rumbo,

los dos somos güena yunta;

el que es gaucho va ande apunta,

aunque inore ande se encuentra;

pa el lao en que el sol se dentra

dueblan los pastos la punta.

 

De hambre no pereceremos,

pues según otros me han dicho

en los campos se hallan bichos

de los que uno necesita...

gamas, matacos, mulitas,

avestruces y quirquinchos.

 

Cuando se anda en el disierto

se come uno hasta las colas;

lo han cruzao mujeres solas

llegando al fin con salú,

y ha de ser gaucho el ñandú

que se escape de mis bolas.

 

Tampoco a la sé le temo,

yo la aguanto muy contento,

busco agua olfatiando al viento,

y dende que no soy manco

ande hay duraznillo blanco

cavo y la saco al momento.

 

Allá habrá siguridá

ya que aquí no la tenemos,

menos males pasaremos

y ha de haber grande alegría

el día que nos descolguemos

en alguna toldería.

 

Fabricaremos un toldo,

como lo hacen tantos otros,

con unos cueros de potro,

que sea sala y sea cocina.

¡Tal vez no falte una china

que se apiade de nosotros!

 

Allá no hay que trabajar,

vive uno como un señor;

de cuando en cuando un malón,

y si de él sale con vida

lo pasa echao panza arriba

mirando dar güelta el sol.

 

y ya que a juerza de golpes

la suerte nos dejó aflús,

puede que allá véamos luz

y se acaben nuestras penas.

Todas las tierras son güenas:

vámosnós, amigo Cruz.

 

El que maneja las bolas,

el que sabe echar un pial,

o sentarse en un bagual

sin miedo de que lo baje,

entre los mesmos salvajes

no puede pasarlo mal.

 

El amor como la guerra

lo hace el criollo con canciones;

a más de eso, en los malones

podemos aviarnos de algo;

en fin, amigo, yo salgo

de estas pelegrinaciones.

 

En este punto el cantor

buscó un porrón pa consuelo,

echó un trago como un cielo,

dando fin a su argumento,

y de un golpe al istrumento

lo hizo astillas contra el suelo.

 

"Ruempo-dijo-la guitarra,

pa no volverla a templar;

ninguno la ha de tocar,

por siguro ténganló;

pues naides ha de cantar

cuando este gaucho cantó."

 

Y daré fin a mis coplas

con aire de relación;

nunca falta un preguntón

más curioso que mujer,

y tal vez quiera saber

cómo fue la conclusión.

 

Cruz y Fierro, de una estancia

una tropilla se arriaron;

por delante se la echaron

como criollos entendidos

y pronto, sin ser sentidos,

por la frontera cruzaron.

 

Y cuando la habían pasao,

una madrugada clara

le dijo Cruz que mirara

las últimas poblaciones;

y a Fierro dos lagrimones

le rodaron por la cara.

 

Y siguiendo el fiel del rumbo

se entraron en el desierto.

No sé si los habrán muerto

en alguna correría,

pero espero que algún día

sabré de ellos algo cierto.

 

Y ya con estas noticias

mi relación acabé;

por ser ciertas las conté,

todas las desgracias dichas:

es un telar de desdichas

cada gaucho que usté ve.

 

Pero ponga su esperanza

en el Dios que lo formó;

y aquí me despido yo,

que referí ansí a mi modo

MALES QUE CONOCEN TODOS

PERO QUE NAIDES CONTO.

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