MARTIN FIERRO - El uno que se hace multitud

por Nélida Estela Crivelli
(Fragmentos extraídos del programa
CONTEXTOS DE LA HISTORIA NACIONAL
emitido el 10 de noviembre de 2008)

• El poema Martín Fierro es el primero en que el gaucho aparece como un narrador homodiegético; es decir, es él el quien va a contar su triste historia.


• Es una historia de soledad y de realidad del campo, por eso el poema tuvo realmente dos sentidos. Dice: “Para los unos …sonidos; para los otros …intención”. Aquí les está diciendo, en primer lugar a las autoridades, que con su actitud de dureza y sus abusos están logrando que este individuo se convierta en un marginado, en lo que Martín Fierro fue hasta tomar la determinación de irse (Recordemos que la primera parte la primera parte del poema es “La ida”).

• ¿De dónde se va, de qué huye? Esa es la hipótesis que el autor plantea. Justamente el personaje se va porque se escapa de la situación terrible que está sufriendo con el gobierno de Domingo Sarmiento. No lo dice expresamente —nunca lo menciona a Sarmiento—, pero sabemos que el año 1872 se está refiriendo indirectamente a él y a otros políticos de su época.

• En la segunda parte —en “La vuelta”— Fierro vuelve, después de haber estado en la indiada y comienza un raconto. Es la parte más elaborada del poema. Pensemos que la primera parte, “La ida”, tiene 13 cantos (de por sí el número está indicando la mala suerte); mientras que la segunda parte, que consta de 33 cantos, está indicando la edad de Cristo. Porque detrás del poema hay una idea religiosa; pero la religión unida a la superstición, lo cual es propio de la sensibilidad del gaucho.

“Pido a los Santos del Cielo
Que ayuden mi pensamiento;
Les pido en este momento…”

Este verso está expresando un sentimiento muy unido a la superstición. Notemos, también, que cuando mata a aquel negro, ensartándolo con el cuchillo dice: “Lo enterré para que no ande penando su alma”.

• ¿Qué es el negro para el gaucho? Es tizón del infierno. No tiene la religiosidad del gaucho y desconoce algo esencial: la labor campesina.

Por eso pierde la payada el moreno. Porque no sabe responderle cuáles son los meses cuyo nombre tiene la letra erre. ¿Y cuáles son éstos meses? Los meses de invierno: mayo, junio, julio, agosto; hasta ahí no tienen erre. Septiembre, octubre, noviembre, etc.; todos los otros meses tienen erre. Es decir, que el negro no sabe algo esencial para las labores campesinas.
Martín Fierro rechaza en ese personaje todo lo que es extraño a nuestra tierra. En esto subyace una noción de despojo: nosotros. que somos los legítimos dueños de la tierra, estamos marginados. No nos dejan ni siquiera la tapera; no tenemos familia; perdemos nuestras mujeres, y nuestros niños.

• Fierro valora a la mujer, la respeta. No así el personaje de Cruz, su gran amigo, que en una parte dice: “Las mujeres son como mulas/no digo que todas, pero algunas (…)”. Peor aún es el Viejo Vizcacha: “(...) que el hombre no debe creer/ en lágrimas de mujer/ ni en la renguera del perro”.

• Contrariamente al Viejo Vizcacha (“Hacete amigo del juez,/ (...) pues siempre es güeno tener/
palenque ande ir a rascarse”), los consejos de Fierro a sus hijos sostienen una moral con fines ideales. ¿Lo logra? No lo logra. A tal punto que cada uno toma un camino distinto.

• Termina el Canto XXXIII con una terrible tristeza. Tristeza por aquellos que podrían haber tenido una identidad. Por aquellos que, en lugar de haber conservado y difundir su nombre, desaparecen hacia los cuatro vientos. Jorge Luis Borges toma ese personaje desperdigado y lo lleva a la ciudad. Ahí aparece el compadrito.

• El Martín Fierro ha tenido tantas versiones como lectores. Se lo ha referido de diversas maneras: desde el poema épico hasta la figura de una novela dialógica, como han dicho algunos críticos contemporáneos. Ricardo Rojas dice, en su Historia de la Literatura Argentina, que hay en el Martín Fierro un tipo humano, el gaucho; y hay una acción épica, la lucha del protagonista con su medio.
¿Es así? ¿Hay una épica en el Martín Fierro? Según la concepción de Rojas, compartida en parte por Leopoldo Lugones, hay una visión épica, en el sentido de que ese personaje, el “yo”, puede ser convertido en un “nosotros”.

• Tradición. Hay que leer detenidamente el Canto II, donde Fierro celebra las tradiciones de ese mundo feliz que él pretendía para el gaucho: cuando deja su china tapadita con el poncho; cuando servían el mate o cuando se corrían las carerras.

No es casual que el poema utilice los verbos en pretérito perfecto —o sea: un pasado feliz—, sin remontarse específicamente a una época histórica determinada. Está expresado como una utopía, una ucronía… sin tiempo y sin espacio; donde el personaje y el mismo autor quisieran ese mundo idílico para el gaucho. No el alambre que ha marginado a ese pobre gaucho que había sido llevado a la leva, que había sido sacrificado, que no tenía ni armas para defenderse y vivía rotoso, mugriento y en las condiciones en las que el mismo gobierno, según él, lo había colocado.

• Martín Fierro es la base de nuestra tradición; si bien se referencia en una región definida (Río de la Plata; Llanura pampeana; Mesopotamía; Uruguay; algo de Paraguay y hasta el Río Grande do Sul, en Brasil), hay un prototipo común a toda la sociedad criolla. Hablamos del gaucho: guacho, gauderio, caucho, son términos que remiten a una visión peyorativa de ese personaje; el cual se tipifica como un ladrón de ganado, un borrachín, una persona que no es útil para la sociedad.
Y esto es precisamente lo que el poema pone en discusión: el gaucho está marginado y vive así porque la sociedad lo ha puesto en ese trance. Pero él hubiese querido vivir de otra manera.

Miguel de Unamuno pensaba que el Martín Fierro es la continuidad de lo español en la campaña argentina. Tanto es así que hasta el verso elegido por el autor es octosilábico, que viene de los romances españoles. Y la construcción de la sextina hernandiana, creada por el mismo José Hernández tiene una estructura muy pensada. En los primeros dos versos se plantea el tema, en los dos segundos se expande y en los dos últimos hay un refrán o dicho popular, que no siempre era del hombre del campo; sino que venía de la cultura española.

• He escuchado versiones del Martín Fierro en otros idiomas y me parece ridículo; porque la entonación gauchesca sólo la tiene alguien del Río de la Plata. Me refiero a una entonación, un canto, un tono que emociona porque nace del hombre. Es el uno que se hace multitud.

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